Satélites
Desde nuestra infancia hemos
admirado el cielo y sus componentes, sobre todo por las noches al admirar las
estrellas. En nuestra juventud, pensamos que nuestro sistema solar estaba
simplemente compuesto por el sol, la luna y planetas. En cambio, ahora
conocemos que está constituido por aún más elementos como satélites, cometas,
asteroides, meteoritos, estrellas fugaces… Es más, ahora sabemos que los
planetas que lo componen se dividen en dos categorías:Planetas Interiores y
Planetas exteriores.
Los Planetas interiores, son pequeños con una densidad alta. Son
planetas rocosos, con un núcleo de piedra, y una rotación en su eje lenta
(tardan más de un día en completar una vuelta sobre si mismos). Se los denomina
interiores porque están entre el sol y el cinturón de asteroides, estando la
tierra entre ellos.
Los Planetas exteriores o también conocidos como gigantes o gaseosos,
son como su nombre indica grandes y compuestos de gases (Urano y Neptuno tiene
un núcleo de hielo). Su densidad total es más baja que la de un planeta
interior, pero sus atmósferas tienen densidades altas. Además, su rotación
sobre su eje es rápida tardando menos de 20 horas en completarla.
También existe otra clasificación de
Planetas Enanos, pero no todo los
científicos están de acuerdo con ella. Estos son planetas con masa tan bajas
que no se les consideran importantes, de ahí su nombre ‘enanos’. En nuestro sistema solar sólo hay 5 planetas enanos
(Ceres, Plutón, Makemake, Haumea y Eris).
Sin embargo, hoy no nos vamos a
centrar en hablar de planetas sino de sus satélites. Los satélites se
clasifican en Naturales y Artificiales.
Los satélites artificiales son aquellos creados por los seres humanos,
tiene diversos usos como permitirnos hacer estudios meteorológicos, tener
internet, usar el teléfono… Hoy en día hay alrededor de 5000 satélites en
funcionamiento alrededor de la Tierra. Cada uno de ellos puede ser clasificado
según su finalidad, pero nuestra presentación se centrará en los satélites
naturales.
Los satélites naturales, como su nombre indica, se crean por procesos
naturales; se pueden crear por tantos procesos distintos que no se le da mucha
importancia a su origen. La mayoría de los nombres que se les da hacen
referencia a la mitología griega.
Por definición es un cuerpo celeste
(esto nos indica que forma parte del espacio) sólido y opaco, es decir, que no
tiene luz propia sino que refleja la luz del sol. Los satélites orbitan
alrededor de un cuerpo más grande y generalmente carecen de atmósfera. Se
pueden dividir en dos categorías según sus órbitas, regulares e
irregulares.
Los regulares mantienen una órbita constante (predecible) cuyo sentido
es el mismo al del cuerpo celeste girando alrededor del sol. Los irregulares tienen un órbita alejada
del cuerpo celeste. Se cree que originalmente no eran satélites, sino que se
vieron atrapados por el campo gravitacional de otro cuerpo celeste y alterando
su órbita, convirtiéndose en un satélite. Su órbita es elíptica e inclinada,
presentando un comportamiento un tanto irregular.
Los satélites también pueden recibir
distintos nombres según sus características. Por ejemplo, se conoce como satélites pastores aquellos que forman
un anillo alrededor de un planeta (aunque hay quien los considera asteroides
sino asteroides). Hay satélites que orbitan alrededor de asteroides por lo que
se llaman satélites asteroidales. También
hay satélites coorbitales, aquellos
que comparten una órbita casi igual (orbitan alrededor del mismo cuerpo celeste
casi a la vez, están muy cerca entre ellos). Y finalmente los satélites troyanos. La palabra troyanos se recoge de un nombre dado a
un tipo de asteroide, son aquellos que se encuentran en los puntos L4 o L5 de
Lagrange. (Los puntos de Lagrange entre dos cuerpos celestes son cinco, y son
aquellos donde las fuerzas gravitatorias de ambos cuerpos afectan con la misma intensidad). Esta palabra troyanos se adopta para nombrar a los
satélites que se encuentran en esta posición entre dos planetas.
En nuestro sistema solar hay muchos
satélites orbitando alrededor de cada planeta. Los planetas exteriores,
Mercurio (0)[1], Venus
(0), Tierra (1) y Marte (2); tienen poco satélites. Se piensa que esto puede
ser a causa del cinturón de asteroides que se interpone entre ellos y el resto
de la galaxia. Al contrario, los planetas gigantes, Júpiter (67), Saturno (53),
Urano (27) y Neptuno (14) tienen muchos más satélites orbitando a su alrededor.
Podríamos decir que Saturno es aquel con más satélites, si consideramos como
satélites pastores los 150 elementos que forman su anillo; sino este sería
Júpiter.
[En 1997, se envió a Cassini a
Saturno (llegó en 2004). Se mantuvo orbitando a su alrededor hasta 2017, cuando
se desintegró. Gracias a este proyecto espacial logramos conocer muchos
satélites desconocidos y recopilar una mayor información de Saturno.]
Algunos planetas enanos como Plutón
(5) también tiene satélites orbitando a su alrededor.
El satélite natural más grande de
nuestro sistema solar lo podemos encontrar en Júpiter, y se llama Ganímedes. Su radio es de
aproximadamente 5 300 kilómetros, y su orbitan dura poco más de siete días.
Tiene una forma muy regular, esférica.
Sin embargo, ahora nos vamos a
centrar en un satélite más cercano a nosotros la Luna. La luna es el único o satélite que orbita (duración de su
órbita: 24 horas aproximadamente) alrededor de la tierra, se encuentra a una
distancia aproximada de 3 500 kilómetros[1] .
Su radio es de 999544,
equivalente a un 1/81[2]
del radio de la Tierra.
La luna tiene una órbita elíptica, y
la Tierra se encuentra en uno de los focos de esa elipse. Por ello, habrá dos
puntos dónde la luna estará más cerca de la Tierra (Perigeo) o más lejos
(Apogeo).
Desde la Tierra podemos ver la luna
de distintos colores cuando ocurren ciertos fenómenos. La luna roja o luna de sangre se produce cuando la
tierra se encuentra entre la luna y el sol. Los rayos de luz azul no atraviesan
la atmósfera antes de llegar a la luna, por lo que solo se ve la luz roja. Por
ende, la luna adquiere una tonalidad rojiza.
Otro ‘fenómeno lunar’ es la luna azul, este fenómeno no tiene nada
que ver con ver la luna de color azul sino que es el nombre que se da cuando un
mes tiene dos lunas llenas. Aunque sí es posible ver la luna con una tonalidad
azul. Esto se produce cuando las cenizas o el humo filtran la luz, no dejando
pasar la luz roja. Por lo que vemos la luz de color azul.
También es importante mencionar la
influencia que sufre la tierra por la fuerza gravitacional de la luna. Gracias
a su presencia tenemos mareas.
En conclusión, nuestro sistema solar
está compuesto por diversos cuerpos celestes, entre estos se encuentran los
satélites. Los satélites pueden clasificarse de muchas formas, guiándose por
criterios distintos.